Querida mamá…
Habrá momentos en los que experimentarás una extensión de amor que nunca creíste posible.
Y habrá momentos en los que te cuestionarás toda tu existencia, albergando dudas de que si realmente tienes lo necesario para hacer esto, dándote cuenta de que ser madre puede sacar lo peor de ti.
Habrá días que se sentirás como el paraíso absoluto, días que nunca quieres terminar. Desearás que el tiempo se ralentice y te permita descansar un poco más en la belleza y la generosidad.
Y habrá días en los que no querrás nada más que taparte la cabeza con las mantas y desaparecer por completo.
Habrá capítulos en los que sentirás que estás en tu mejor juego.
Y habrá quienes te quitarán la alfombra de debajo de los pies y te sacarán por completo.

Cuando estés de rodillas, recordando todas las formas en que fallaste, lidiando con el hecho de que nunca serás suficiente, mantente cerca de la hermosa Verdad de que hay un Dios que es fiel, fuerte y firme, que te puede y te quiere acompañará. Un Dios que te sirve de refugio y de escudo. Un Dios bueno y santo que está en el negocio de la redención. Un Dios que siempre es más que suficiente.
Tu éxito como madre no vendrá a través de un ritmo diario digno de Pinterest, el último truco para padres, un sistema nervioso perfectamente regulado o todo un pueblo de ayudantes.
No, tu éxito surgirá en presencia de un corazón rendido y comprometido como una ofrenda de amor a Dios, entregado plena, gratuita y fielmente al servicio de Su voluntad.
Si bien las exigencias de la maternidad son nada menos que sobrenaturales, Dios nunca se debilita ni se cansa; Lo que a ti te resulta insoportablemente pesado, nunca lo es demasiado para Él…
¡Qué bendición!
Mamá, no subestimes el poder de Dios para revivir tu misión. No tienes que ir y probarte a Dios. Dios no necesita que seas impresionante. Dios no te llama a ser suficiente. Dios sólo pide el humilde reconocimiento de que tienes una gran necesidad de Su misericordia, bondad y gracia. De hecho, el camino de la maternidad fue diseñado para resaltar nuestra necesidad del amor milagrosamente interminable de Dios.
Mamá, no dudes en acudir a Dios.
Descanse en Dios.
Necesite a Dios.
Depende de Dios.
Porque Dios es más que suficiente.

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